El precio de la amistad

Ayer fue la cena-despedida – sopar de germanor en un principio – de la empresa de los chiquitrenes en la que estoy…

Yo me vestí a lo mono, a lo informal… con camisa y esas cosas, ya sabeis. Pero O. y El Negro tuvieron la grandísima idea de facilitarme la vestimenta adecuada para tal ocasión. [ por supuesto las fotos no las pienso colgar directamente, si quereis clicais sobre los links ]


Total, que ya me veis a mí vestido de esa guisa con la cara de burchado, blasfemando y apelando a la amistad para evitar el ridículo. Gracias al pastafari que no tuvieron tiempo para coger la opción A o la opción B!

De casa al bar, lingotazo y de ahí al restaurante. Caminando por mi pueblo. Encontrándome a amigos de mis padres. Con El Negro riéndose – sin parar – todo el puto camino. Incluso una chavala me felicitó. No me extraña, sólo los que se van de despedida se dejan disfrazar!! Y muchas veces ni aún así…

En el restaurante, gracias al campo de nabos presente en la zona con todas sus feromonas sueltas y unos grupitos de chicas de muy buen ver, dejé de ser el centro de atención. Tras la cenita y las risas pertinentes vinieron los regalos.

Iluso de mí pensé que el regalo era una camisa firmada -a lo quinceañero – por todos que ya llevaba puesta – debajo del hábito – y a la que algunos presentes – no informados de toda la parafernalia que me habían montado – hacían referencia contínuamente, dándome pistas involuntarias de lo que llevaba debajo.

Pues no, prácticamente sin darme cuenta me vino

  • – El polo, que tiene huevos que me regalen éste polo, con lo antigüindou$ que soy… También tiene muchos huevos que lo consiguieran tan rápido. Y tiene unos huevazos que haya gente que se lo ponga…
  • – La camiseta, con el dibujito que tuve dewallpaper una temporada.
  • – La puuuuta play3!! Con el juego de los muñecos de trapo y el NFS Undercover!! – Ahí sí que me quedé muy muy pillado… ésto ya no me lo esperaba.
  • – Una tele de 32″. Lamentablemente M&M estaban en Amsterdam ehem y nadie cayó en que la caja tonta – y plana – estaba en su casa. Menos mal, porque entonces a lo mejor la lagrimica sí que me cae… pero aguanté estoicamente.


 

Carreras a casa a dejar las cosas, carreras para coger el tranvía y marcha al Oshum para que no nos dejen entrar – el pelo, las bambas, la camisa… cualquier excusa era buena para no dejar entrar a un grupo de 30 personas –. Así que minicarrera de nuevo al Tram y de ahí a la zona de Francesc Macià a bares y discos de la zona.

Volvimos algo más de la mitad sobre las 7 de la mañana – ¿o eran las ocho? – , todo un récord para una cena con tanta gente.

Me lo pasé muy muy bien y espero que ellos – vosotros – también.

Muchas muchas gracias. De verdad. Los que estuvisteis y los que os hubiera gustado estar.

En cuanto tenga todas las fotos que hay a lo paparazzi, las iré subiendo a picasa.

http://picasaweb.google.es/racazam/RegalosTRM#

Se las queda El Negro: http://picasaweb.google.es/hugo.matas/FamiliAnd?authkey=Gv1sRgCPDtpKuv8rmc7QE#

 


3 comentarios en “El precio de la amistad”

  1. Eso es porque prestas demasiada atención a tus bolas peludas… XD

    – y si te fueras a la otra punta del mundo yo también iría a despedirte, el problema sería que me avisaran… –

  2. Otras habríamos estado si nos hubieran dejado… pero tuve mi venganza personal en tu burchamiento bajo los hábitos!! jajajajajaja… (risa malévola :P)

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